La elección de una variedad u otra de olivo a la hora de cultivar viene determinada por diferentes criterios como son: su afinidad al suelo y al clima de la región en la que se ubique el cultivo y su tolerancia a plagas y enfermedades.
A continuación, haremos un repaso de las diferentes variedades de olivo y su adecuación a los distintos terrenos:
– La arbequina es una variedad muy resistente al frío, sin embargo, su resistencia a la tierra calcárea es muy baja.
– La chanclot real tolera excelentemente tanto la sequia como el frío, y es capaz de adaptarse a casi cualquier tipo de suelo, por desfavorables que sean sus condiciones.
– La cornicabra destaca por sus características organolépticas. Además, es de fácil enraizamiento y se adapta perfectamente a suelos pobres y zonas frías.
– El empeltre es uno de olivos más antiguos de España. Si bien su nivel de enraizamiento es bajo, su adaptación a climas extremos (veranos secos e inviernos especialmente fríos) y a suelos pobres es increíble.
– El gordal injertado es resistente al frío y las heladas, pero muy sensible a la sequía. No es muy exigente en cuanto a suelos se refiere, adaptándose fácilmente a suelos pobres.
– La hojiblanca es una variedad de vigor medio resistente tanto a sequías como a heladas, y al suelo calcáreo.
– Lechín también soporta bien el frío y las sequías, adaptándose bien a terrenos calizos y pobres.
– La manzanilla se adapta bien a suelos ácidos y bajos en calcio.
– La variedad picual se adapta muy bien tanto al suelo pobre como al exceso de humedad.
– La variedad galega, por su parte, requiere suelos arcillosos que absorba bien el líquido.